Paulo Londra es el último gran fenómeno del hip hop
local. Más allá de su talento natural para las rimas y su buena cadencia al rapear,
es difícil comprender del todo cómo llegó a convertirse en una de las promesas
de la escena con apenas 19 años. Sus buenas participaciones en competencias
locales y nacionales le hicieron ganar seguidores –muchos de esos momentos se
pueden rastrar en la web–, pero la verdadera explosión llegó a comienzos de
este año, con la primera canción que publicó.
En apenas cuatro meses, el videoclip de Relax, dirigido
por Pepe Vázquez, lleva cerca de 10 millones de reproducciones en YouTube y
tiene comentarios de usuarios de varias partes del planeta. Sobre un trap calmo
y adhesivo, Paulo rapea sobre su vida, que lo muestra agradecido a su familia y
a su grupo de amigos. Lejos de la cultura hater, la canción destila una energía
agradable y optimista.
“Nunca pensé que pudiera llegar tan alto. Es muy fuerte y
se me dio, era la primera vez que subía un tema. Fue algo muy raro”, dice
Londra. “Otros temas de trap hablaban de relaciones sexuales, estupefacientes…
Yo no tenía ganas de aparentar algo que no soy. Quería, como bien dicen en la
escena, ser real, mostrarme tal cual soy, lo que vivo día a día. Por eso hablé
de que me siento mejor, porque tengo una familia a la que amo, y tengo amigos,
estaba muy feliz de tener tiempo para hacer un tema, y escribí sobre eso”.
Paulo dice que subió la canción por insistencia de Alan,
un amigo al que le suele mostrar sus producciones, quien la escuchó y le dijo
que no podía seguir guardada. “Después hablé con CBArte, un estudio que maneja
Biblo Nagual, para mí el mejor productor de la escena. Y ahí me habló Pep
Energía, camarógrafo, e hicimos el video, así que podría decir que vino todo de
arriba, aproveché las cosas que se me dieron”, comenta Paulo, sin perder el
asombro por lo que generó el fenómeno Relax.
Londra cuenta que se enganchó con la cultura hip hop
gracias a una recomendación de su hermana (“Que no es muy del palo del rap”,
aclara), que le dijo que viera 8 Mile, la película protagonizada por Eminem.
“Quedé asombrado por cómo un blanco se hizo respetar en esa cultura, por ese
minuto en el que tenía que demostrar todo. Tenía que afrontar una banda de
situaciones. Yo quería ser como él, lo tengo ahí arriba a Eminem”, cuenta.
De eso pasaron ya unos cuatro o cinco años, en los que
comenzó a practicar hasta llegar a las batallas de improvisaciones. “Cuando
tenía 14 o 15, para mí ganar una batalla era lo máximo, me sentía un boxeador.
Me sorprendían las batallas, eran la única cara que veía. Después noté que
Eminem, a la par de las batallas, escribía sus temas y que la reventó con eso”,
dice.
“Y yo quería probar esa cara de la moneda. Ahora, si
compito, es solamente para pasar el rato, pero lo que más me gusta es hacer
música”, aclara. “Antes que alguien aplauda una rima que vos usaste para
ganarle a un oponente, prefiero una rima que usaste para agradarle a la gente,
para que se cebe. Eso me vuelve loco”.
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